ESTAS PREDICANDO OBRAS!

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Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional

Traducción de Carmen Alvarez

Tampoco perdonó al mundo antiguo cuando mandó el diluvio sobre los impíos, aunque protegió a ocho personas, incluyendo a Noé, predicador de la justicia. (2 Pedro 2:5-NVI)

Ser acusado de predicar el comportamiento justo y recto es un cargo serio en nuestro día. Pero confieso que lo hago. Noé y yo. ¡Ambos nos declaramos culpables!

Quizá deba de dejar de hacerme el gracioso. El comportamiento de pecado es un problema serio en las iglesias de Cristo Jesús en América.

A través de los años he sido acusado de predicar sobre las obras. Yo digo acusado porque es una acusación, un cargo tan serio como el adulterio o el robo.

“Tú, Hermano, ¡estás predicando sobre las obras! ¡Estás declarando que un Cristiano debe de actuar, hablar, pensar, y parecerse a un Cristiano! ¿Qué te pasa?”

“¿No puedes comprender que Dios te ve a través de Cristo y sin importar que hagas trampa, mientas, robes, forniques, jures, o traiciones a tu familia, Dios solo ve la santidad y fidelidad de Cristo? Eres un legalista, un Fariseo, y tienes un espíritu de religiosidad. Por este medio quedas excomulgado.”

Esto debe de estar en el Libro de Hezekías.

Cuando aparezca ante Cristo Jesús, voy a tener que responder al cargo de decirle a las personas que si van a complacerlo tiene que guardar Sus mandamientos. Me pregunto si Jesús me llamará un Fariseo. ¿Tú lo crees así? No recuerdo que Él haya acusado a los Fariseos de guardar Sus mandamientos.

¡Ni modo!

He tratado de explicar que la fe sin obras está muerta, que las obras de justicia siempre proceden de la fe verdadera, que el Nuevo Testamento tiene mucho más que decir sobre comportamiento justo y recto que lo que tiene sobre justicia atribuida, que hay advertencias muy serias para el Cristiano que continua viviendo en pecado.

Pero de nada sirve. Un concepto mental se ha formulado que crea un estado de gracia abstracto, una burbuja esquizofrénica protegiendo al creyente de toda responsabilidad por su comportamiento.

En muchas ocasiones no he podido penetrar la burbuja aunque presente muchos pasajes del Nuevo Testamento, pasajes claros y no explicaciones desviadas o inventadas que frecuentemente es el caso de mis adversarios. He señalado los muchos pasajes que advierten al creyente de las consecuencias horribles de continuar en pecado, tales como ser enviados a las tinieblas de afuera, la posibilidad de que el nombre de uno sea borrado del Libro de la Vida, la pérdida de toda recompensa en el Reino, castigo de muchos latigazos. De nada ha servido. Me encuentro con “¡Es para los Judíos!” “¡Es para los que no son salvos!” “¡Es un comentario hipotético!” “¡Soy salvo por la gracia así que no es posible que se aplique a mí!” “¡Los verbos en Griego revelan que el Inglés presenta una impresión falsa!” y otros por el estilo.

Pero esta mañana, mientras estaba en la cocina vaciando jugo de naranja en mi café y tratando de despertar, un pensamiento me llegó. ¡Ajá! Lo tengo.

Así que limpié la jalea de mis dedos (siempre una buena idea cuando te acercas a la computadora), quité el cordón “bungee” que protege (en caso de un temblor) mi monitor de diecisiete pulgadas, y contigo como la víctima me preparé para intentarlo de nuevo.

La razón por la que predicamos obras es porque la liberación del pecado es parte de la redención Divina. Aquí lo tienes ¡con todo y jalea!

El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el principio. El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo. (1 Juan 3:8-NVI)

La liberación de la culpa es parte de la redención. La liberación del poder del pecado mismo es otra parte de la misma redención. Un macho cabrío es sacrificado para representar el perdón. El otro macho cabrío es llevado afuera del campamento para representar la eliminación.

¡Violá! Esto debe de estar claro para cualquiera.

Algunas ramas del Judaísmo se refieren al poder del pecado como “inclinaciones perversas”. ¿No es esa una frase útil? Ahora, lo única pregunta es ¿la Biblia verdaderamente enseña que la liberación del pecado es una parte integral de la salvación Divina?

Sí lo hace. En el Antiguo Testamento por tipo y en el Nuevo Testamento por precepto. Con respecto al Antiguo Testamento ya nos hemos referido a los dos macho cabríos del Día de Expiación. Además, todo el concepto de que Israel sacó a los habitantes de Canaán escenifica sacar el pecado de la personalidad humana.

Nuestros enemigos no son personas, como en el Antiguo Testamento, sino “inclinaciones perversas”.

Con respecto al Nuevo Testamento, Jesús es el Cordero de Dios que “quita”, no que perdona, el pecado del mundo. ¡Gracias a Dios por esto!

Compara:

Ya que es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados. (Hebreos 10:4-NVI)
Todo sacerdote celebra el culto día tras día ofreciendo repetidas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados. (Hebreos 10:11-NVI)

La implicación clara en los dos versículos anteriores es que la superioridad del pacto nuevo yace en el hecho de que autoriza la eliminación de nuestros pecados, no simplemente el perdón de nuestros pecados. Además, todo el Libro de Hebreos es una advertencia extremadamente seria a los Cristianos que si continúan en pecado están cerca de quemarse.

Cristo no fue manifestado para perdonar los pecados del diablo, sino para destruir las obras del diablo. ¿Dónde destruye Cristo las obras del diablo? En nosotros primero, y después en las naciones salvas del mundo.

Cristo vino para destruir todas las obras del diablo, no para perdonar o salvar al diablo, sino para ¡sacarlo de aquí! ¿Puedes decir Amén a esto?

“Pero”, tú respondes, “yo he vuelto a nacer así que no tengo al diablo en mí”. Está bien. Entonces ¿por qué no actúas como si hubieras vuelto a nacer?

Pablo nos exhorta que si nosotros los Cristianos vivimos en las pasiones de la carne moriremos espiritualmente. Si nosotros, a través del Espíritu Santo, ponemos a morir las obras de nuestro cuerpo viviremos espiritualmente.

Te podría dar un camión lleno de versículos, pero sé por experiencia que de nada serviría. Una vez que la burbuja Evangélica de la gracia abstracta encierra tu proceso de pensamiento estás a salvo de cualquier penetración por las Escrituras.

Pero pensé que quizá la noción de que la liberación del poder del pecado realmente es una parte integral de la redención Divina pueda ser de bendición para algún lector de esta disertación.

Bueno, tiraré el café al que le puse jugo de naranja y lo intentaré de nuevo. Ya estoy más despierto.

Amor y bendiciones.

Tu amigo, Pastor Bob Thompson

Y por favor, si amas a Cristo Jesús, demuéstralo guardando Sus mandamientos.

(“¡Estas Predicando Obras!”, 4119-1)

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