CREER NO ES LA SALVACION

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Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional

Traducido por: Carmen Alvarez


Existen varias áreas de conocimiento relacionadas con Dios, Su salvación y Su Reino. A través de la historia de la Iglesia Cristiana se ha puesto un gran énfasis en que el individuo esté de acuerdo con y profese las aceptadas posturas y creencias; posturas y creencias con respecto a lo que es visto como un entendimiento correcto de las áreas de conocimiento. Sin embargo, una creencia correcta y una profesión de fe en los hechos del Reino de Dios no son la salvación.


Contenido

Los Hechos Sobre el Reino
Creer en los Hechos del Reino a Diferencia de la Salvación
Dos Problemas que han Resultado de una Creencia Incorrecta
Obligar a la Sociedad Secular a la Moralidad
La Definición de la Salvación
La Gracia Divina
Conclusión


CREER NO ES LA SALVACION

¿Tú crees que hay un solo Dios? ¡Magnífico! También los demonios lo creen, y tiemblan. ¡Qué tonto eres! ¿Quieres convencerte de que la fe sin obras es estéril? (Santiago 2:19,20—NVI)

Los Hechos Sobre el Reino

El conocimiento juega un papel muy importante en la salvación Divina. Tenemos la necesidad de conocer la existencia de la Trinidad—Padre, Hijo y Espíritu Santo, y de la Naturaleza justa y santa de Dios. Hay aspectos sobre la rebelión de los ángeles y sobre la entrada del pecado al mundo que al conocerlos nos ayudan a comprender la presencia del pecado y lo que ocasiona en la personalidad humana y a comprender la necesidad del perdón y de la liberación.

Otra área de conocimiento tiene que ver con la actitud de Dios hacia el pecado y los pactos que Dios ha hecho con la gente debido a su pecado. De especial importancia es conocer la voluntad de Dios para el individuo según se manifiesta en las Escrituras, así como en revelación personal. La voluntad de Dios para Sus elegidos incluye que sean transformados a la imagen moral de Cristo, que tengan unión con Dios por medio de Cristo, que estén disponibles para fortalecer a los miembros del Cuerpo de Cristo, y que se dispongan a servir como la luz del mundo, comenzando con sus propio vecindario.

Es sumamente importante que la gente sepa del futuro que tiene la humanidad con respecto a Dios, es decir, que sepa de la resurrección de los muertos donde cada persona recibirá las consecuencias de su comportamiento, y que sepa sobre la instalación con fuerza del Reino de Dios sobre la tierra.

Las áreas de conocimiento asociadas con el Reino de Dios son las siguientes:

El conocimiento de la existencia de la Trinidad—Padre, Hijo y Espíritu Santo—y de la Naturaleza justa y santa de Dios.

El conocimiento de los aspectos de la rebelión de los ángeles y de la entrada del pecado al mundo, que cuando los conocemos nos ayudan a comprender la presencia y el resultado del pecado en la personalidad humana y de la necesidad del perdón y de la liberación.

El conocimiento de la actitud que Dios tiene hacia el pecado y los pactos que Dios ha hecho con la gente debido a su pecado.

El conocimiento de la voluntad de Dios para el individuo según se manifiesta en las Escrituras y también por revelación personal.

La voluntad de Dios para la gente incluye su transformación a la imagen moral de Cristo, su unión con Dios por medio de Cristo, su disponibilidad para fortalecer a los miembros del Cuerpo de Cristo, y su disponibilidad para servir como la luz del mundo, comenzando con su propio vecindario. Además, los santos, los miembros de Cristo, están siendo entrenados para la guerra espiritual.

El Reino de Dios será instalado sobre la tierra conforme Cristo y Sus santos desciendan del Cielo y expulsen a todos los pecadores espirituales y físicos de la tierra. La justicia finalmente llegará a los humildes de las naciones.

Miren, ya viene el día, ardiente como un horno. Todos los soberbios y todos los malvados serán como paja, y aquel día les prenderá fuego hasta dejarlos sin raíz ni rama –dice el Señor Todopoderoso –. (Malaquías 4:1—NVI)

El conocimiento sobre el futuro de la humanidad con respecto a Dios, es decir, saber que cada persona resucitará de los muertos para recibir las consecuencias de su comportamiento y saber que el Reino de Dios será instalado con fuerza.

A través de la historia de la Iglesia Cristiana un gran énfasis se ha puesto en comprender correctamente los hechos de las áreas de conocimiento mencionadas anteriormente. Teólogos han discutido. Guerras se han peleado. Disidentes han sido torturados y martirizados. La actitud de los líderes y de las organizaciones Cristianas ha sido que la gente debe estar de acuerdo con las posturas y las creencias de los líderes y de las organizaciones. El individuo que no se conforme con las declaraciones aceptadas con respecto a las áreas de conocimiento es expulsada del grupo, de la organización o del movimiento; es penalizada de alguna manera y, a veces, torturada y asesinada.

Las diversas denominaciones Cristianas existen debido a los diferentes entendimientos de las áreas de conocimiento asociadas con Dios y Su Reino.

Conforme nos estamos acercando a la venida del Señor y de Su Reino a la tierra, nos estamos dando cuenta de que creer en lo que es verdad en el Reino de Dios no es en sí la salvación.

El conocimiento de los hechos del Reino de Dios nos sirve como base y guía para la salvación Divina. Debido a que el conocimiento sirve como base y guía es importante que sea correcta. Pero el conocimiento correcto y una profesión de fe en conocimiento correcto no son la salvación. La salvación no se compone de lo que sabemos o creemos.

El error en el pensamiento Cristiano es que si profesamos fe en la doctrina correcta entonces somos salvos. Agrégale a esta confusión la postura, que no está en las Escrituras, que ser salvo significa que lograremos residencia permanente en el Cielo cuando fallezcamos.

El propósito de Dios detrás de todos Sus pactos es que la gente practique la justicia, ame la misericordia y viva en humildad con Dios. Si vemos la salvación de Dios como una profesión de fe en los verdaderos hechos de la redención, con la meta de pasar la eternidad en el reino espiritual, hemos efectivamente socavado el deseo que Dios tiene de tener a personas justas que hagan Su voluntad sobre la tierra y que pueden llevar liberación y vida eterna a otros.

Creer en los Hechos del Reino a Diferencia de la Salvación

Los versículos siguientes frecuentemente son utilizados para hacer hincapié en que la salvación consiste en el conocimiento y la fe, y que hacer una profesión de fe que se conforme a esta declaración asegura nuestra entrada al Cielo. Es importante que el estudiante comprenda que el concepto de residir en el Cielo como el propósito de la salvación no se menciona en el Capítulo Diez del Libro de Romanos, el cual es el contexto del siguiente pasaje, ni entrar al Cielo es mencionado una sola vez en todo el Libro de Romanos.

Que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo. (Romanos 10:9,10—NVI)

Si quitáramos este pasaje del Libro de Romanos y lo convirtiéramos en la única declaración en las Escrituras podríamos apoyar nuestro caso de que la salvación consiste en creer ciertos hechos.

“Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor.” Que Jesús es Señor y legítimamente nuestro Señor personal es un hecho verdadero. La confesión de este hecho es esencial para la salvación.

“Si crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos.” La resurrección física del Señor Jesús es la piedra angular de nuestra fe. Si el Señor no hubiera resucitado físicamente nosotros no tendríamos esperanza para nuestra propia resurrección.

“Serás salvo.” Lo que significa ser salvo debe determinarse por todas las Escrituras. Ser salvo tiene poco que ver con ir al Paraíso espiritual.

“Porque con el corazón se cree para ser justificado.” Dios nos considera justificados cuando creemos que Dios ha resucitado al Señor Jesús de entre los muertos.

“Con la boca se confiesa para ser salvo.” Con la boca el hombre confiesa que Jesús es su Señor y Dios lo salva en base a su confesión.

Lo anterior es una declaración correcta con respecto al plan de salvación de Dios. La declaración sirve como base y guía para sacar adelante nuestra salvación. Aquel que no considere a Jesús como su Señor y que no crea que Dios lo ha resucitado de entre los muertos quizá no encuentre el camino a la vida eterna.

El problema que existe hoy en día es que los versículos anteriores son quitados de su contexto y cambiados a querer decir que si una persona confiesa que Jesús es el Señor y cree que Dios lo ha resucitado de entre los muertos que es salvo y va camino al Cielo; no que él será salvo, como dicen las Escrituras, sino que ya es salvo.

Si no hubiera ningún otro versículo en la Biblia podríamos ganar el caso con este punto de vista. Sin embargo, esto sería como hacer que la salvación fuera una postura mental que tiene poco impacto en la vida sobre la tierra (¡lo cual es exactamente lo que Satanás desea!).

Veamos ahora otro versículo también del Libro de Romanos que revela el disparate de hacer que la salvación Divina sea una postura mental.

¿Acaso no saben ustedes que, cuando se entregan a alguien para obedecerlo, son esclavos de aquel a quien obedecen? Claro que lo son, ya sea del pecado que lleva a la muerte, o de la obediencia que lleva a la justicia. (Romanos 6:16—NVI)

Hablándole a los Cristianos (ciertamente no a los que no son salvos ya que ellos no pueden escoger vivir con justicia para así recibir vida eterna en base a su comportamiento), Pablo nos dice que si nosotros (los Cristianos) escogemos obedecer al pecado, moriremos espiritualmente.

Digamos, por ejemplo, que un individuo cree que Jesús es Señor y que Dios lo ha resucitado de entre los muertos. Después de esta profesión de fe es bautizado en agua en la crucifixión y resurrección de Cristo. Luego él escoge pecar. ¿Qué sucede entonces? Según el Apóstol Pablo, ¡muere espiritualmente!

Podríamos dar numerosos ejemplos en el Nuevo Testamento que representan claramente la asociación del comportamiento justo con la salvación. La salvación no es una profesión de fe. Una profesión correcta de fe es la base y guía para la salvación, pero la profesión de fe no es la salvación. Residir en el Cielo tampoco es la meta de la salvación. La verdadera salvación siempre produce comportamiento justo y santo. El comportamiento justo y santos nos da la recompensa más valiosa de todas que es la comunión con Dios.

Pero si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado. (1 Juan 1:7—NVI).

La teología Cristiana está fuera de curso. Como resultado, el pecado está aumentando rápidamente entre las iglesias Cristianas así como en el resto del mundo. Por ejemplo, la obra de los demonios es protegida por la ley de los Estados Unidos de Norteamérica. No existe ningún estándar. ¿Por qué no existe ningún estándar? Porque el pueblo de Dios ve la salvación Cristiana como una postura doctrinal en lugar de como la re-creación del individuo.

Dos Problemas que han Resultado de una Creencia Incorrecta

Lo que creemos nos lleva a la redención cuando sirve como base y guía para la redención Divina y cuando sus hechos son correctos.

Ya hemos hecho referencia al hecho de que el pecado en la sociedad de hoy es el resultado de la postura de las iglesias Cristianas que declara que la salvación consiste en creer. Suponen que si uno mantiene las creencias correctas, va camino al Cielo. Pero ya que la fe sin obras está muerta, y las obras de justicia no son consideradas necesarias por los Cristianos, las iglesias están llenas de fe muerta.

Se pone mucha importancia hoy en día a que Jesús efectuó una obra terminada de salvación y que cualquier esfuerzo de nuestra parte de hacer que el comportamiento justo sea un aspecto necesario de la salvación es un intento malvado de agregarle algo a la obra perfecta de Cristo.

¡Cómo debe regocijarse Satanás con este concepto! El efecto de este concepto que no está en las Escrituras ha sido la destrucción de casi todo el comportamiento justo y santo del pueblo de Dios. La luz de las buenas obras, la cual es el verdadero testimonio de la Iglesia, ha sido extinguido por un conocimiento erróneo del pacto nuevo.

La ironía de esto no sólo es que se pone énfasis en la creencia en lugar del comportamiento, sino que la creencia misma está basada en un entendimiento incorrecto debido a que el verdadero conocimiento de los hechos del Reino revelan que la creencia en sí no es la salvación.

El resultado de la fe muerta en las iglesias Cristianas es, en primer lugar, la pérdida de la Presencia de Dios entre las iglesias. Las iglesias Cristianas tienen mucho qué decir sobre Dios y sobre Su plan de salvación por medio de Cristo. Sin embargo, las iglesias están predicando sobre Cristo en lugar de predicar a Cristo. Predicar a Cristo es llevar la Presencia misma de Dios a la gente, no sólo un mensaje sobre Dios y Su Evangelio. Uno puede predicar sobre Dios y sobre Cristo y todavía seguir en maldad e injusticia. Pero uno no puede llevar la Presencia de Dios y de Cristo mas que llevando una vida justa, santa y estrictamente obediente.

El segundo problema que resulta de la fe muerta de las iglesias Cristianas es el pecado en la sociedad de los que no asisten a la iglesia. Si la luz moral es apagada en las iglesias Cristianas, entonces el mundo no tiene ninguna luz con la cual puede guiarse.

Debido a que la necesidad de un comportamiento justo ha sido removido de la salvación Divina, las naciones históricamente Cristianas, tales como los Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Holanda, Normandía, Dinamarca y Suecia se han vuelto adictas a la pornografía. Toda lujuria infame florece en las naciones que en algún tiempo llevaron la luz del Evangelio. Su juicio llegará pronto y será más devastador de lo que podamos comprender. Ellos le han fallado al Señor.

Los Cristianos comienzan a preocuparse cuando ven que su confusión doctrinal tiene efecto sobre la condición moral de los Estados Unidos y de las demás naciones. Están molestos por los abortos, el abuso de menores, las pandillas, las drogas. (¿Qué esperaban los Cristianos cuando ya no están haciendo las buenas obras sino que esperan salir volando de las dificultades en un “arrebato”?)

Obligar a la Sociedad Secular a la Moralidad

A pesar de las Escrituras que nos exhortan a dar testimonio dejando que brille la luz de las buenas obras, intentamos agregarle confusión a la confusión. Vamos a seguir avanzando en nuestra voluntad propia (no con el Señor, de eso puedes estar seguro) y obligar a las comunidades seculares a que dejen de abortar a los bebés, que paren la perversión sexual, que dejen de permitir la membresía a pandillas y que pongan fin a las drogas.

Usaremos la fuerza—armas, de ser necesario—e impondremos a la población que no es salva que haga lo que nosotros pensamos que es lo correcto.

Utilizar la fuerza para imponerle a los pecadores que se comporten según estándares Cristianos es tratar de que llegue el Reino antes del regreso del Señor. El Reino de Dios ciertamente será instalado con autoridad y terrible poder cuando el Señor Jesús aparezca. Sus enemigos serán consumidos por el fuego de Su santa Presencia. Pero nuestro trabajo antes de que el Señor regrese no es comenzar a utilizar la fuerza sino dar testimonio de la justicia de Dios, del pacto del bautismo en agua disponible a todo individuo que espera evitar la ira de Dios, y de la pronta venida del Reino de Dios a la tierra.

El resultado de la belicosidad Cristiana será ocasionar un terrible retroceso. La comunidad que no es salva, la cual constituye a la mayoría de las personas, se levantará enfurecida y la persecución de Cristianos será severa y mundial. ¿Por qué? Porque el Señor no está con nosotros.

Desde el principio de la Era de la Iglesia varias instituciones, especialmente la Iglesia Católica, han forzado su voluntad sobre la comunidad que no es salva. Sólo el Señor sabe cuántas personas buenas fueron encarceladas, torturadas y asesinadas porque rechazaron conformarse a las nociones eclesiásticas. Sólo hace unos cientos de años los monasterios Católicos enviaban “soldados” para obligar a la población a ser “Cristianos”.

¿Acaso no hemos aprendido nada?

La gente humanista de hoy en día nos superan en número. Ellos no se van a inclinar a nuestros intentos de obligarlos a tener nuestros valores—especialmente cuando las iglesias Cristianas mismas están llenas de todos los pecados de la carne así como de la voluntad propia y el amor propio.

El gobierno actual de los Estados Unidos es una abominación a la multitud de personas políticamente conservadoras. Quizá todavía tengamos un levantamiento armado por parte de los conservadores. Los Cristianos no deben participar en un levantamiento armado. Quizá pensemos que hemos logrado algo temporalmente por esa acción pero el final será amargo.

La maldad no puede ser vencida con la maldad, sólo por el bien. Somos llamados para liberar y sanar a aquellos por quienes Cristo murió, no a matarlos. Sólo cuando nuestro gobierno nos ordena a pecar es que debemos resistir al gobierno, y luego no matando a nuestros oponentes sino haciendo el bien que podamos y manteniéndonos firmes a nuestro testimonio durante los encarcelamientos, las torturas y la muerte.

¿Cuántos creyentes de hoy en día son verdaderos Cristianos? ¿Cuántos feligreses se han alejado de sus propias vidas y están cargando su cruz de negarse a sí mismos detrás del Señor?

¿Y estos creyentes carnales y voluntariosos intentan obligar a los que no son creyentes a vivir una vida moral? Las Escrituras le ordenan al pueblo de Dios que se arrepienta y aleje de su maldad, ¡no se lo dicen a la comunidad que no es salva! ¿En qué estamos pensando?

El Señor Jesús nos enseñó que si Su Reino fuera de este mundo Su siervos pelearían, pero Su Reino no es de este mundo. Se nos dice que no estamos luchando contra sangre y carne sino contra los señores caídos de los cielos. Se nos informa que las armas de nuestra guerra no son de sangre y carne sino poderosas por medio de Dios (es decir, por medio del Espíritu Santo) hasta hacer caer las fortalezas.

El Señor no le está ordenando a los que no son salvos que se arrepientan. Le está ordenando a Su propio pueblo que se arrepienta, ya que las iglesias Cristianas están llenas de personas que están pecando, que están llevando vidas espiritualmente tibias y mundanas. Ellos no conocen la voluntad de Dios. Ellos no comprenden el pacto nuevo. Ellos creen en un tonto “arrebato” que los liberará del sufrimiento (como si el sufrimiento no hubiera sido una de las características del discipulado Cristiano desde hace siglos). Ellos se han hecho de predicadores que les hablan bonito al oído. Ellos no han presentado sus cuerpos como sacrificio vivo. Ellos están enamorados de sí mismos.

Ahora ellos están desobedeciendo al Señor adelantándose a Él, intentando establecer el Reino de Dios por medios humanos. Seguramente, Dios nos ha enviado un poderoso engaño porque no amamos la verdad. Ciertamente, gran sufrimiento le espera al pueblo de Dios.

La Definición de la Salvación

Hemos dicho que la salvación no se compone de un entendimiento correcto de, ni de una profesión de fe en, las verdades de las diversas áreas del conocimiento del Reino de Dios. “El justo por la fe vivirá” tiene que ver con cómo vive el justo, no con lo que cree sobre los hechos de la redención. Los justos viven confiando en Dios y no en sí mismos, obedeciendo al Señor en cada decisión de sus vidas.

Entonces, si la salvación no es una declaración de “fe”, ¿qué es la salvación?

Las salvación, en primer lugar, es liberación del castigo de Dios que será derramado en los últimos días.

Y esperar del cielo a Jesús, su Hijo a quien resucitó, que nos libra del castigo venidero. (1 Tesalonicenses 1:10—NVI)

Después, la salvación es el cambio que tenemos de Satanás a Dios. El propósito de liberarnos del castigo venidero es para autorizarnos a comenzar la transformación de la personalidad que en sí es la salvación.

Para que les abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios, a fin de que, por la fe en mí, reciban el perdón de los pecados y la herencia entre los santificados. (Hechos 36:18—NVI)

La salvación incluye:

  • Liberación del castigo (de la ira) de Dios.
  • La apertura de los ojos del individuo.
  • El cambio en el creyente de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios.
  • El perdón de los pecados del creyente.
  • Una herencia entre quienes son santificados (separados como santos a Dios) por la fe que está en el Señor Jesús.

La salvación es el cambio de la esclavitud a Satanás a la imagen moral de Cristo y la unión tranquila con el Padre por medio de Cristo.

Esto es lo que es la salvación. Es un cambio en lo que somos. Es una nueva creación. El primer hombre, Adán, debe crucificarse. El Hombre nuevo es Cristo, quien en Sí es el Reino de Dios.

Para nada cuenta estar o no estar circuncidados; lo que importa es ser parte de una nueva creación. (Gálatas 6:15—NVI)

El móvil esencial de la salvación Cristiana es la muerte y la resurrección. Si queremos experimentar el pacto nuevo debemos entra a la muerte del Señor y entrar a la resurrección del Señor. El grado de herencia Divina asignada a un hijo de Dios depende directamente de su voluntad para entrar a la muerte y la resurrección de Cristo.

La salvación incluye:

  • Perdón.
  • Liberación y sanidad.
  • Transformación a la imagen del Señor.
  • Unión con el Padre por medio de Cristo.
  • Un cuerpo redimido.

La Gracia Divina

La gracia de Dios es la Presencia y el poder de Jesucristo que producen la salvación que hemos mencionado.

La gracia es la ayuda Divina que produce la salvación.

La imagen y la unión, y la participación en los papeles y las funciones del Reino de Dios, que mencionaremos en un momento, son posibles gracias a los siguientes elementos de la gracia:

El cuerpo y la sangre del Señor Jesús. El cuerpo y la sangre del Señor Jesús nos proveen de:

  • Protección del juicio Divino
  • Perdón de pecados
  • Liberación del pecado
  • Nutrición para el hombre nuevo

La experiencia de volver a nacer. Cuando realmente recibimos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador Él nace en nosotros. Después Él tiene que seguir creciendo hasta que Él realmente sea nuestra Vida.

El Espíritu Santo. El Espíritu Santo nos da:

  • Vida eterna
  • Poder y sabiduría para vencer el pecado
  • Poder y sabiduría para dar testimonio
    La Palabra de Dios escrita y la personal. Estos incluyen:
  • El Antiguo y el Nuevo Testamento
  • La sabiduría y el conocimiento del Señor.

Los dones del Espíritu. El Espíritu Santo le da dones y ministerios a cada miembro del Cuerpo de Cristo.

El Ordenar tribulación y ofensas. Generalmente no pensamos en las ofensas y las tribulaciones como parte de la gracia de Dios bajo el pacto nuevo. Sin embargo, los diversos castigos que nos llegan son una herramienta importante que el Señor usa para purgarnos del pecado y para que surja en nosotros el apacible fruto de justicia.

Por tanto, ya que Cristo sufrió en el cuerpo, asuman también ustedes la misma actitud; porque el que ha sufrido en el cuerpo ha roto con el pecado. (1 Pedro 4:1—NVI)

Todos los elementos de la gracia son necesarios si queremos salvarnos y a quienes nos escuchan.

Ten cuidado de tu conducta y de tu enseñanza. Persevera en todo ello, porque así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen. (1 Timoteo 4:16—NVI)

Conclusión

La doctrina Cristiana actual no tiene ningún lugar para el concepto de salvarnos a nosotros mismos con lo que hacemos. Por lo tanto, la doctrina Cristiana actual no está tomando en consideración todo el consejo de Dios. Las predicaciones de hoy en día no son una presentación balanceada del plan de salvación de Dios. Debemos salvarnos a nosotros mismos examinando las doctrinas enseñadas por los Apóstoles del Cordero para determinar si estamos o no haciendo lo que ha sido ordenado por Cristo por medio de Sus apóstoles y profetas.

Salvarnos a nosotros mismos y a quienes nos escuchan significa ir de la esclavitud a Satanás hasta la imagen moral de Cristo y a una unión tranquila con el Padre por medio de Cristo.

Los siguientes son papeles y funciones en el Reino de Dios que son posibles para nosotros sólo al grado en que estemos en la imagen de Cristo y en unión tranquila con el Padre por medio de Cristo. Estamos siendo preparados por el Espíritu de Dios para que podamos servir en estos papeles:

  • Miembro de la Esposa del Cordero (Apocalipsis 21:9).
  • Parte del Templo de Dios (Efesios 2:22).
  • Miembro del Cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:12).
  • Parte de la manifestación de su gloria en los últimos días (Isaías 60:1,2).
  • Restaurador del Paraíso sobre la tierra (Romanos 8:21).
  • Miembro del real sacerdocio (1 Pedro 2:9).
  • Testigo de Dios (Isaías 43:10).
  • Hijo de Dios (Apocalipsis 21:7).
  • Hermano de Cristo (Romanos 8:29).
  • Vencedor del acusador (Apocalipsis 12:11).
  • Gobernador de las naciones (Apocalipsis 2:26,27).
  • Juez de hombres y ángeles (1 Corintios 6:2,3).
  • Muralla de defensa alrededor de la Gloria de Dios (Apocalipsis 21:14).
  • Parte de la manifestación de Dios mismo—Dios en Cristo en los santos (Apocalipsis 3:12).

Una consideración pausada a los papeles anteriores quizá le ayuden al estudiante a comprender por qué el énfasis actual de una escapatoria al reino espiritual es tan destructivo para el plan que Dios tiene para el hombre. En lugar de hijos de Dios y hermanos de Cristo tenemos la visión de personas que no han sido transformadas reposando en mansiones usando joyas y zapatillas doradas.

La verdad es que el propósito de llevar a los miembros del Cuerpo de Cristo a una humanidad perfecta según el estándar que es la plenitud de Cristo es que estos miembros puedan regresar con Cristo y traer justicia a los humildes de la tierra. Los humildes heredarán la tierra, pero será necesario que Cristo y Su Cuerpo hagan posible que personas decentes hereden las obras creadas por las manos de Dios. Parece ser que todavía no comprendemos realmente el Evangelio del Reino de Dios, la venida de justicia a la tierra.

El concepto que nuestra salvación Divina consiste en creer y profesar correctamente los hechos correspondientes al Reino de Dios, con la meta de vivir eternamente en el Paraíso espiritual cuando fallezcamos, ha evitado que la gente Cristiana dé testimonio y afecte a la sociedad como debería. Satanás ha logrado apagar la luz de las buenas obras. La meta suprema de Dios bajo todos los pactos, que es producir personas que se comporten con justicia, que amen la misericordia y que vivan humildemente con Dios, haciendo Su voluntad sobre la tierra, ha sido frustrada exitosamente por las enseñanzas y las predicaciones actuales.

Estamos en una época de reformación del pensamiento Cristiano. La venida del Reino de Dios está cerca. Dios está dispuesto a encontrarse con toda persona que lo busque con un corazón puro. Está dispuesto a bendecirlo con la sabiduría y el poder necesarios para hacerlo madurar a la imagen de Cristo y para ayudarlo a servir a su generación según la voluntad de Dios.

El campo para cosechar está listo. A cualquier parte que vayamos encontramos a personas que están deprimidas, cuyos hijos están en la cárcel o han huido de casa, que están angustiadas debido a una enfermedad o por su trabajo, que tienen SIDA, que están confundidos en cuanto a su posibilidad de acercarse a Dios. Una multitud de personas están muriendo por la falta del Espíritu de Dios. Si buscamos al Señor y lo obedecemos seguramente pronto nos encontraremos trabajando en alguna esquina del Reino.

Alejémonos de las enseñanzas falsas, de las fábulas Cristianas de nuestra época, y sigamos al Señor Jesús hasta la plenitud de la salvación y del ministerio.

(“Creer No Es la Salvacion”, 4128-1)

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