ELIMINANDO LAS COSAS QUE OFENDEN

Copyright © 2010 Trumpet Ministries, Inc. Todos los Derechos Reservados
Texto Bíblico tomado de la SANTA BIBLIA, NUEVA VERSION INTERNACIONAL. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional. Usado con el permiso de Zondervan Bible Publishers.
Traducido por: Rebekah Lané Álvarez

La Iglesia debe presentarse sin mancha, ni arruga ni ninguna otra imperfección. ¿Cuándo, dónde, y cómo se llevará a cabo esta purificación? ¿Estaremos entrando ahora a la época en la que hay que eliminar del Reino las cosas que ofenden así como a las personas que practican la maldad?


Tabla de Contenido

Conceptos de Introducción
El Programa de la Eliminación
La Oportunidad—Antes de Ser Elevados
El Pecado en las Iglesias
¿Estamos Buscando el Paraíso o a Cristo?
Todos Aquellos Que Sean Salvos Tendrán Una Porción de Cristo


ELIMINANDO LAS COSAS QUE OFENDEN

Conceptos de Introducción

Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable. (Efesios 5:25-27 NVI)

Para cuando el Señor termine su obra con la Iglesia, ésta no tendrá mancha, ni arruga, ni ninguna otra imperfección.

Nótese que dicha purificación será realizada “lavándola con agua mediante la palabra”. La Iglesia no será intachable por imputación (justicia atribuida), sino por la purificación que llega a través de escuchar y obedecer la Palabra de Dios.

Pero, ¿cuándo estará la Iglesia purificada a este grado?

Al término de la Era actual, antes de que el Señor regrese.

La purificación de los Cristianos inició hace dos mil años. Fue entonces cuando el Tribunal de Cristo fue establecido.

Porque es tiempo de que el juicio comience por la familia de Dios; y si comienza por nosotros, ¡cuál no será el fin de los que se rebelan contra el evangelio de Dios! «Si el justo a duras penas se salva, ¿qué será del impío y del pecador?» (1 Pedro 4:17-18 NVI)

Las fases de la redención de Dios siempre suceden en su respectiva época. Ahora nos encontramos en la época de enfatizar la obra del juicio y de la purificación.

Hasta este momento, el énfasis se ha enfocado en la gracia del perdón. Ahora es el momento de prestar atención al Espíritu Santo, Quien comienza a sacar a la luz el pecado y la rebeldía que están en nosotros los Cristianos.

La razón por la que Pedro dijo que es difícil que se salven los justos, es porque la salvación es progresiva a través de pruebas (algunas veces muy difíciles) que nos llegan conforme somos juzgados. Tenemos que luchar con Dios para poder soportar como nos trata mientras nos libera de la oscuridad que esta dentro de nosotros. No siempre es un procedimiento fácil.

Una parte de nuestra salvación es el perdón. Otra parte de nuestra salvación es la eliminación de las manchas e imperfecciones de nuestra personalidad.

Pensemos por un momento en la parábola del trigo y de la mala hierba.

Toda persona nacida en el mundo tiene mala hierba (pecado) en su personalidad y nada de trigo. La mala hierba fue sembrada en un principio por Satanás, como se cuenta en Génesis.

Cuando el Señor Cristo Jesús, el Verbo hecho carne, fue resucitado de la muerte, esto hizo posible que las personas recibieran la Palabra de Dios como una Semilla. Cuando la Semilla se recibe, hay una concepción en nuestra personalidad. Cristo es concebido en esa persona. A esto, la Biblia llama “nacer de nuevo”.

Aquello que es concebido en nosotros es Cristo, quien en Sí es el Reino de Dios.

De esta manera nos convertimos en los hijos del Reino.

Ahora tenemos en nosotros lo que Satanás sembró y también lo que Dios sembró. Dios no arranca inmediatamente la mala hierba, lo que sembró Satanás. Pero cuando Dios ve que el trigo, lo que Él mismo sembró, ha alcanzado suficiente fuerza, entonces el Espíritu de Dios empieza a trabajar con nosotros para eliminar la mala hierba.

Uno puede ver con esto, que la vida Cristiana es dinámica en lugar de estática. No es cuestión de “tomar la decisión de seguir a Cristo” y luego esperar a ir al Paraíso. Más bien es una lucha diaria con Dios en lo que el Espíritu de Dios nos ayuda a ganar la victoria sobre lo que tenemos en nuestra vida que viene de Satanás.

La Salvación está en el pasado, en el presente y en el futuro. El que se mantenga firme hasta el fin será salvo. Si estamos considerando nuestra salvación como un boleto que se compró en algún momento en el pasado entonces no entendemos el programa de la redención.

La Salvación no tiene que ver con escapar el Infierno para lograr entrar al Paraíso. Más bien, la salvación tiene que ver con el cambio en nuestra personalidad mientras nos movemos de la presencia e imagen de Satanás a la presencia e imagen de Dios.

La parábola del sembrador nos dice que nosotros podemos escoger si cosecharemos a Cristo en nuestra personalidad a un treinta o a un sesenta o a un cien por ciento. Depende de nosotros cuánto de Dios queramos.

Nuestra meta como Cristianos no es el Paraíso, es Cristo. No ganamos a Cristo con el propósito de ir al Paraíso, al Cielo. Ganamos a Cristo con el propósito de ser parte de Dios, de tener una relación con Dios. El Paraíso es un tema secundario para el Cristiano verdadero.

Algunos de los conceptos arriba mencionados pueden ser nuevos para el lector. Daremos más detalles a medida que continuemos. Nuestra interpretación se basa en el texto de las Escrituras. Quizá los pensamientos que presentemos entren en conflicto con las tradiciones que prevalecen.

El Programa de la Eliminación

Así como se recoge la mala hierba y se quema en el fuego, ocurrirá también al fin del mundo. (Mateo 13:40 NVI)

Según lo que nosotros entendemos la mala hierba será arrancada antes de que el Señor Jesús regrese. Explicaremos nuestro razonamiento un poco mas adelante.

El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los que pecan y hacen pecar. (Mateo 13:41 NVI)

En los versículos anteriores existen tres expresiones que debemos estudiar cuidadosamente:

Los mensajeros del Señor arrancarán la mala hierba de Su Reino.

Todos los que pecan.

Y [todos los que] hacen pecar.

La purificación tiene que ver con el Reino del Señor. ¿Quién es parte del Reino del Señor? Todos aquellos que tengan una porción de Cristo.

De hecho, ser salvos significa ser aceptados como parte de Cristo. Esta es la razón por la que los pasajes que declaran que seremos eliminados de la Vid si no damos fruto y que seremos partícipes de Cristo si nos mantenemos firmes hasta el fin, son muy importantes mantenerlos siempre en cuenta.

Nota el siguiente versículo:

Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad conforme al buen propósito que de antemano estableció en Cristo, para llevarlo a cabo cuando se cumpliera el tiempo: reunir en él todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra. (Efesios 1:9-10 NVI)

Ser salvo es ser parte de Cristo. Por lo que nuestra meta no debe ser aspirar a ir al Paraíso, sino que debe ser el permanecer en Cristo.

Ser arrancado del Reino quiere decir ser arrancado de Cristo.

Todos los que pecan deben ser arrancados del Reino. Hoy el Espíritu de Dios esta enfatizando que confesemos nuestra mundanería, nuestra lujuria y nuestra voluntad propia. El Espíritu nos guía a un área de nuestra vida que Le preocupa. Así que debemos confesar esa conducta como pecaminosa y debemos alejarnos de ella con la ayuda del Señor.

El Espíritu usa la Palabra de Dios para hacernos ver nuestro pecado. Siempre debemos obedecer la Palabra, los mandamientos emitidos por el Señor y por Sus Apóstoles.

En la actualidad, la enseñanza Cristiana tiene muchas razones por las que dice que no estamos obligados a obedecer los mandamientos de Cristo y de Sus Apóstoles. Todas estas razones vienen de Satanás. Claro que es absolutamente necesario obedecer el texto del Nuevo Testamento si es que queremos tener a Cristo, si queremos tener al Reino formado en nosotros.

Todos los que hacen pecar serán arrancados del Reino. Si nos negamos a cooperar con el Espíritu Santo conforme Él pone a morir los actos de nuestro cuerpo, nosotros mismos seremos removidos del Reino.

¿Será posible que los Cristianos tengan mala hierba en sus personalidades? Por supuesto que si.

¿Será posible que alguien que tenga a Cristo dentro de él, viva de tal manera que provoque que Cristo sea ahogado por la mala hierba? Por supuesto. Considera la parábola del sembrador en donde la Semilla Divina es ahogada debido a la mala hierba del mundo.

¿Será posible ser parte de Cristo y luego ser removido del Reino? Claro que sí. Piensa en la rama en Cristo que no dio fruto. Fue cortada de la Vid.

Nota también:

Pero a los súbditos del reino se les echará afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes. (Mateo 8:12 NVI)

¡A los súbditos del Reino! Las advertencias del Señor son suficientemente claras pero la teología de las iglesias ha quitado el temor a Dios. Aunque el temor a Dios ha sido removido, los castigos espantosos determinados en el Nuevo Testamento serán llevados a cabo.

A ningún pecado jamás se le permitirá permanecer en el Reino de Dios, ni por misericordia, ni por gracia, ni por el amor de Dios, ni por ningún otro motivo. O se va el pecado o nos vamos nosotros.

Cuando estaba expulsando demonios, Jesús dijo que el Reino de Dios estaba cerca. Así que es verdad que la venida del Reino de Dios a nosotros se lleva a cabo conforme la mala hierba de pecado es arrancada.

Los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y rechinar de dientes. (Mateo 13:42 NVI)

El Lago de Fuego tiene autoridad sobre conductas específicas, independientemente de si el individuo sea creyente o no. O las ofensas serán arrancadas de nosotros y echadas al fuego, o nosotros mismos seremos echados en el fuego.

Entonces los justos brillarán en el reino de su Padre como el sol. El que tenga oídos, que oiga. (Mateo 13:43 NVI)

Los justos no brillarán en el Reino de su Padre como el sol hasta que la mala hierba haya sido arrancada. Esto nos lleva a nuestro siguiente concepto.

La Oportunidad—Antes de Ser Elevados

Por lo que se dice en el cuarto capítulo de la Primera Carta a los Tesalonicenses y en el Capítulo Veinticuatro del Evangelio de San Mateo, entendemos que el Señor Jesús regresará con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios. Los santos que están muertos serán resucitados y los que estemos vivos y sigamos aquí, seremos elevados uniéndonos con ellos para encontrarnos en el aire con el Señor.

Desde ese momento en adelante siempre estaremos con el Señor.

Ahora piensa por un momento. Es comúnmente enseñado que seremos elevados en el aire para encontrarnos con el Señor, luego que estaremos por siempre con el Señor, y después de eso que seremos juzgados por el Tribunal de Cristo.

Esta secuencia no es posible.

En este caso, el Señor estaría recibiendo a una Novia manchada y sucia a la que estaría resucitando de la muerte o cambiando de mortalidad a inmortalidad, elevándola en el aire para encontrarse con Él, y para que después de esto ella pueda estar con Él para siempre.

Después de que los santos hayan sido glorificados recibiendo inmortalidad, luego serían juzgados en el Tribunal de Cristo y recibirían lo bueno y lo malo que hayan hecho.

¿Puedes ver con claridad lo imposible que sería esto después de lo que hemos estudiado en Mateo?

De acuerdo con Mateo, al final de la Era, la mala hierba será arrancada de los miembros del Reino y después de eso los miembros que insisten en aferrarse a la mala hierba serán arrancados del Reino. Después de que esta eliminación sea llevada a cabo, los justos brillarán como el sol en el Reino de Dios.

Lo que dice Mateo tiene perfecto sentido. Pero nuestro tradicional orden de la secuencia, poniendo la glorificación antes del juicio, no tiene sentido. No es posible.

El orden tradicional esta basado, por supuesto, en la idea de que todo creyente será hecho perfecto instantáneamente a la venida del Señor, y de que el Tribunal de Cristo es un mero banquete de premiación en donde todos recibirán como mínimo una mención honorífica.

De esta manera, Satanás ha removido de las iglesias el miedo al juicio. Esta manera de pensar es la que ha causado la patética condición moral actual de las iglesias Cristianas.

Ahora bien, algunos podrán decir que no es posible que pueda haber pecadores en las iglesias. Si en verdad sabemos algo de las iglesias Cristianas es que los miembros están llenos de todo tipo de pecado desde difamación hasta abuso de menores. El pecado abunda en las Iglesias. Cuando el Señor regrese, los pecadores de Sión, de las iglesias, estarán aterrados. Ellos no entienden el programa de salvación, piensan que se trata de algún tipo de acto de magia en el que Dios se pone unos lentes con los que ve todo de color de rosa que no le permiten ver los pecados de los Cristianos.

El Pecado en las Iglesias

El pecado de Judá está escrito con cincel de hierro; grabado está con punta de diamante sobre la tabla de su corazón y sobre los cuernos de sus altares. (Jeremías 17:1 NVI)

En gran parte del Antiguo Testamento y en algunas partes del Nuevo Testamento se habla del pecado que se encuentra en los corazones del pueblo de Dios. El Capítulo Dos de la Segunda Carta de Pedro y el Libro de Judas enfatizan esto.

Las Escrituras no declaran que los pecadores de las iglesias escaparán de ser juzgados solo porque creen en Cristo.

Y recibirán el justo pago por sus injusticias. Su concepto de placer es entregarse a las pasiones desenfrenadas en pleno día. Son manchas y suciedad, que gozan de sus placeres mientras los acompañan a ustedes en sus comidas. Tienen los ojos llenos de adulterio y son insaciables en el pecar; seducen a las personas inconstantes; son expertos en la avaricia, ¡hijos de maldición! Han abandonado el camino recto, y se han extraviado para seguir la senda de Balán, hijo de Bosor, a quien le encantaba el salario de la injusticia. Pero fue reprendido por su maldad: su burra—una muda bestia de carga—habló con voz humana y refrenó la locura del profeta. Estos individuos son fuentes sin agua, niebla empujada por la tormenta, para quienes está reservada la más densa oscuridad. Pronunciando discursos arrogantes y sin sentido, seducen con los instintos naturales desenfrenados a quienes apenas comienzan a apartarse de los que viven en el error. Les prometen libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción, ya que cada uno es esclavo de aquello que lo ha dominado. Si habiendo escapado de la contaminación del mundo por haber conocido a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, vuelven a enredarse en ella y son vencidos, terminan en peores condiciones que al principio. Más les hubiera valido no conocer el camino de la justicia, que abandonarlo después de haber conocido el santo mandamiento que se les dio. En su caso ha sucedido lo que acertadamente afirman estos proverbios: «El perro vuelve a su vómito», y «la puerca lavada, a revolcarse en el lodo». (2 Pedro 2:13-22 NVI)

Lo anterior se estaba refiriendo a algunas personas de las primeras iglesias. Eran creyentes que habían sido purificados pero que habían decidido regresar a la suciedad de donde habían salido.

Según las enseñanzas de hoy en día, tales personas serán glorificadas y elevadas en el aire para encontrarse con el Señor. En el Tribunal de Cristo recibirán una mansión más chica que la del Apóstol Pablo pero aún escucharían: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel!”. Después de eso entrarán al gozo del Señor.

El problema es que se han infiltrado entre ustedes ciertos individuos que desde hace mucho tiempo han estado señalados para condenación. Son impíos que cambian en libertinaje la gracia de nuestro Dios y niegan a Jesucristo, nuestro único Soberano y Señor. Aunque ustedes ya saben muy bien todo esto, quiero recordarles que el Señor, después de liberar de la tierra de Egipto a su pueblo, destruyó a los que no creían. (Judas 1:4-5 NVI)
¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos? Desean algo y no lo consiguen. Matan y sienten envidia, y no pueden obtener lo que quieren. Riñen y se hacen la guerra. No tienen, porque no piden. Y cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones. ¡Oh gente adúltera! ¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Si alguien quiere ser amigo del mundo se vuelve enemigo de Dios. (Santiago 4:1-4 NVI)

Los pasajes anteriores muestran que las iglesias Cristianas de ese tiempo eran iguales a las de ahora. Judas nos dice que el Señor vendrá con miles de Sus santos para hacerse cargo de los pecadores de las iglesias. Serán arrojados al fuego, como dice Mateo.

¿Estamos buscando el Paraíso o a Cristo?

Una de las razones por las que la enseñanza Cristiana esta tan fuera de curso es porque estamos predicando la salvación Cristiana como una manera de escapar del Infierno e ir al Paraíso (al Cielo).

Ciertamente, hay un Infierno literal. Lo último que supimos es que el hombre rico no estaba disfrutando de su estancia ahí.

Hay un Paraíso literal. Pablo fue elevado al Paraíso en el tercer cielo. Aunque no conozcamos mucho acerca del Paraíso, podemos estar seguros de que por mucho excede en gozo y maravilla cualquier otro concepto que podamos tener en la actualidad.

Pero el Evangelio del Reino no se trata de escapar del Infierno y de ir al Cielo. El Evangelio trata de cambiar a las personas de la persona y conducta de Satanás a la persona y conducta de Dios.

Hemos hecho el ir al Paraíso como la meta de la salvación. Nuestra meta debería de ser ir a Cristo, al Reino de Dios.

El Reino de Dios y el Paraíso no son para nada lo mismo.

El Paraíso es el lugar que alguna vez estuvo en la tierra y que ahora, aparentemente, está en la Presencia de Dios en el reino espiritual.

El Reino de Dios es Cristo concebido y después formado en nosotros.

La parábola del sembrador nos dice que podemos cosechar a Cristo en un treinta, en un sesenta o en un cien por ciento. Pero nada de esto tiene algo que ver con ir al Cielo.

El hecho de que cosechemos a Cristo en treinta o en cien por ciento, no cambiará el Paraíso. El Paraíso es perfecto. Ahí no hay dolor ni problemas.

Entonces, ¿Qué ventaja hay en cosechar a Cristo en un cien por ciento si no va a llevarnos a un mejor Paraíso?

Aquí es donde se examina el corazón del lector. ¿Harás el esfuerzo por cosechar a Cristo en un cien por ciento, a costa de tu vida entera sobre la tierra, aunque no te traiga a un mejor Paraíso?

Sé honesto contigo mismo. ¿Quieres ir a una tierra de fantasía en las alturas o quieres a Dios?

Ninguna persona va a aferrarse al Señor en esta vida, dejando todo a un lado, a menos de que tenga un motivo muy fuerte. ¿Por qué habríamos de buscar a Dios en esta medida si iremos al Paraíso de cualquier manera?

Hazte esa pregunta. Entonces sabrás si de verdad amas a Dios y quieres ser parte de Él o si prefieres escapar del dolor del Infierno e ir a un lugar divertido en el reino espiritual.

¿Es Jesús tu boleto al Paraíso? ¿O es Él la Meta de tu existencia, sin importar ninguna recompensa en el Paraíso?

Esto vale la pena pensarlo.

Si Cristo es tu boleto al Paraíso, pasarás tu vida, tratando de hacer que tus circunstancias sean lo mas placenteras posibles para ti mientras te llega la muerte y vas al Paraíso. Entonces la muerte habrá pasado a ser tu redentor.

Pero si Cristo es el objetivo de tu vida, así como fue el objetivo de la vida de Pablo, entonces cada momento de cada día y de cada noche estarás buscando obtener más de Cristo; más de Cristo; más de Cristo.

¿Por qué? Porque poseer a Cristo es el fin en sí. Será suficiente que estemos en Él y Él en nosotros. ¿Sinceramente amamos a Jesús? ¿O será que Él es el intermediario por el cual obtenemos lo que queremos? Esta es una pregunta muy interesante e importante en estos tiempos.

Una vez que tenemos nuestro boleto para salir del Infierno y para entrar al Paraíso, no queremos saber nada acerca de pruebas difíciles con las que tenemos que eliminar la impureza de nuestra personalidad. ¿Para qué escuchar una enseñanza tan negativa? ¿Qué no iremos al Paraíso por la Gracia Divina, por la sangre de Cristo?

En cambio si Cristo es nuestro objetivo, entonces nos apresuramos hacia el juicio, corremos hacia el fuego para que todo lo que no sea de Cristo sea quemado de nosotros. No tratamos de llegar al Cielo, ¡tratamos de ganar a Cristo!

Además, nos fascina la aprobación de Dios porque entre más tenemos de Cristo en nosotros, más nos damos cuenta de que Dios es nuestro Padre. Estamos tan desesperados por complacer a Dios que no rechazamos ningún trato de Dios. Deseamos más de Dios; más de Dios; más de Dios. Nos encanta vivir en el fuego de Dios. Como David, deseamos que el Señor busque y vea si hay algo malo en nosotros.

¿Qué dices tú? ¿Eres un discípulo o simplemente una persona que asiste a la iglesia? Ten en cuenta que nos encontramos en un momento decisivo. No tardará en llegar la separación. El camino del Señor debe ser enderezado. Dejen que los santos sean santos y que los impuros sean impuros. Debemos de estar calientísimos o congelados antes de que el Señor regrese. Todo lo que esté chueco debe ser enderezado. Todos los obstáculos deben ser removidos ante el Rey de Gloria.

Todos Aquellos Que Sean Salvos Tendrán Una Porción de Cristo

Necesitamos volver a examinar nuestro entendimiento de lo que es la salvación. La Salvación es la eliminación de nuestra personalidad de todo lo que es de Satanás para llenarlo con Cristo Jesús.

No habrá mala hierba ni tampoco habrá pecado alguno en el Reino de Dios. Pero, como lo mencionamos anteriormente, no todos los creyentes cosecharán la misma cantidad de Cristo.

La parábola del sembrador habla de treinta, sesenta y cien por ciento. Ya que Cristo se estaba refiriendo al fruto nacido de la Semilla Divina, sabemos que estamos hablando de un treinta por ciento de Cristo, de un sesenta por ciento de Cristo y de un cien por ciento de cosecha de Cristo.

La “trilogía” se presta a ser comparada con la Tienda de Reunión. La Tienda de Reunión se compone de tres secciones principales: el Atrio, el Lugar Santo, y el Lugar Santísimo.

Como lo entendemos en este momento, el Atrio de la Tienda de Reunión se refiere a las naciones salvas de la tierra. Las naciones de personas salvas tendrán una porción de Cristo, de lo contrario no tendrían parte en el Reino de Dios y de Cristo, el cual es el Reino que suplantará a los reinos del mundo actual.

El Lugar Santo nos habla del grupo principal de creyentes. Ellos tendrán más de Cristo que los miembros de las naciones salvas, servirán a las naciones salvas como real sacerdocio, llevando la Presencia y la bendición de Dios a las personas que viven en la tierra nueva.

Consideramos que es el Lugar Santísimo el que está en cuestión hoy en día y que está disponible para aquellos que tienen el interés suficiente para avanzar con diligencia hacia él. El Capítulo Catorce del Libro del Apocalipsis habla de los primeros frutos para Dios y el Cordero. Aunque quizá no estemos cómodos con la idea de que la única Iglesia de Cristo Jesús se componga de un grupo general y luego de uno más pequeño de primeros-frutos, ciertamente hay fundamento de esto en las Escrituras.

Existe, por supuesto, la victoria obtenida por el ejército de trescientos de Gedeón. La historia de Gedeón es una de las representaciones más claras del Día del Señor.

Probablemente la mayor referencia a las dos partes que componen la Iglesia, aparte de las declaraciones explícitas que hay en Apocalipsis Capítulo Catorce y en los capítulos sexto y octavo de Cantar de los Cantares, es la separación del Arca del Pacto del resto de la Tienda de Reunión. David llevó el Arca a su ciudad, Sión, y le levantó una carpa, mientras que el resto de la Tienda de Reunión y todo su mobiliario y utensilios estaban en Gabaón.

Un estudiante sobre el Santuario se dará cuenta del enorme significado de esta separación, el cual continuó durante el reinado del Rey David.

¿Te inspira el saber que en esta época el Señor está viendo quién de Su Iglesia lo dejará todo para seguirlo a Él? ¿Quién será “el único de su madre”?

No creo que quienes respondan que sí lo harán porque desean reinar sobre sus compañeros Cristianos. Más bien pienso que tienen tanto amor por Cristo, que se regocijan con la simple idea de seguirlo a donde sea que Él vaya y de aprender la canción que puede ser cantada solo por los primeros-frutos.

Hay personas que desean a Cristo, a Cristo y nada más que a Cristo. Simplemente hay personas así aunque no son las típicas que atienden a la iglesia.

¡Esto es lo que nos espera en esta época! Los mensajeros del Señor tienen que venir a arrancar las cosas que ofenden del pueblo de Dios, así como los espectadores fueron ordenados a remover las vendas de Lázaro. “Quítenle las vendas y dejen que se vaya”.

Esto es lo que Jesús está diciendo sobre ti y sobre mi el día de hoy: “Quítenle las vendas y dejen que se vaya”.

¿Serás uno de los que correrá hacia Cristo para que arranque las vendas y la mala hierba en ti? Ciertamente has sido resucitado de la muerte por la voz de Cristo Jesús. Pero ahora es el momento de quitarnos las vendas.

¿Verdaderamente esto es lo que deseas? ¿Sinceramente quieres más de Cristo? Entonces, díselo al Señor en este momento.

“Padre, en el nombre de Jesús, examina toda mi personalidad. Hazme saber todo lo que no es de Cristo. Guíame mientras arranco todo lo que no es de Ti, no todo de golpe, pero poco a poco conforme el Espíritu me dirija.”

“Padre, deseo más de Cristo.”

“Padre, quiero morar para siempre en medio del Fuego Consumidor”.

“Padre, quiero vivir en justicia de hierro, en santidad apasionada, y en obediencia estricta a Dios”.

“Padre, quiero lo mejor que Tú tienes para mi, no porque quiero algo grandioso para mi en el Reino, sino porque quiero complacerte a Ti”.

“Padre, lo que más quiero en este mundo es escuchar Tu elogio que he cumplido todas las tareas y el papel que me han sido asignados y que ahora puedo descansar sabiendo que Te he complacido”.

“Amen y amen.”

(“Eliminando Las Cosas Que Ofenden”, 4132-1)

  • P.O. Box 1522 Escondido, CA 92033 US